El baile de la hamaca
Es impresionante la cantidad de personas que participan directamente en
el Baile de La Hamaca año tras año. Todos vinculados a elementos
simbólicos de la cultura y raíces afrocaribeñas, con ritos indígenas y
con tradiciones europeas de representación de la muerte o cierre del
carnaval, además de toda esta fuerza expresiva que constituye una forma
de escape que por sus efectos terapéuticos contribuye a la conservación
del equilibrio psicológico colectivo.
La Hamaca es propia del
barrio San Millán, municipio Puerto Cabello, y su organización es
responsabilidad del Grupo Folklórico San Millán, que preside Germán
Villanueva, quien afirma que esta tradición carnavalesca fue llevada a
Puerto Cabello por comerciantes holandeses y curazoleños. A pesar de su
posible origen caribeño, La Hamaca rememora los antiguos procedimientos
campesinos a su vez heredados de costumbres afrovenezolanas o indígenas,
de traslado de enfermos y entierro de sus muertos; y su desarrollo
contiene velorio, recorrida, drama y entierro.
Todo comienza el
día lunes de carnaval cuando llegan los visitantes, amigos y
sanmillaneros que participan en esta celebración y se hacen los
preparativos para el Velorio que ocurre a la medianoche del mismo día. A
ritmo de tambor, charrasca y cachos sigue un paseo por las calles de la
comunidad, mientras alguna voz exclama: Ya se murió! y todos responden:
Hay que enterrarla! En la esquina de La Cruz, La Hamaca es colgada
sobre soportes y rodeada por organizadores y amigos de la manifestación,
quienes además colocan velas alrededor del objeto simbólico, en tanto
los integrantes del grupo San Millán juran respetar y mantener la
tradición.
Al día siguiente -Martes de Carnaval- llegado el
mediodía, sale La Hamaca del barrio, para recorrer todas las calles de
Puerto Cabello. Las mujeres bailan alegremente mientras llevan y rodean
La Hamaca, al tiempo que van entonando el canto ya descrito. En su
recorrido se simulan dramas, tal como el que ocurre cuando uno de los
hombres hace caer La Hamaca al golpearla con un garrote, hecho que
provoca una aparente crisis en las mujeres quienes simulan llorar sobre
el muerto. Esta reacción despierta celos en los hombres, quienes se
enfrentan entre sí en una lucha a palos. En algún momento las mujeres se
dirigen a los hombres para invitarlos a bailar, cambiando la música por
golpe de tambor, reiniciándose de esta manera la marcha. La Hamaca hace
un alto en La Planchita y un segundo descanso en el barrio Rancho
Chico, donde la comunidad hermana brinda bebidas y el popular sancocho a
los sanmillaneros. Llegada la tarde, cerca de las seis, La Hamaca entra
a San Millán para realizar un último recorrido por las calles del
barrio.
Entre los integrantes de esta tradición se pueden
distinguir: los propios miembros, conocidos como hamaqueros, quienes
visten ropas multicolores; las mujeres, siempre con vestido femenino,
mientras los hombres llevan camisa multicolor y los rostros pintados,
todos con las frentes adornadas con cintas de colores vivos. A los
hombres no hamaqueros no les está permitido llevar camisa y de hacerlo
corren el riesgo de que se la rompan encima. Los hombres no hamaqueros
van con el torso desnudo y sólo pintados con colores vivos y brillantes,
mientras las mujeres pintan sus caras. La Hamaca es un evento de mucha
convocatoria. Se afirma que ha sobrepasado las tres mil personas,
desplegando gran actividad física, con momentos de intensidad emocional,
como al finalizar, cuando se sube La Hamaca; ahí surgen los mejores
versos, la música se escucha con mayor intensidad, confundiéndose
hombres y mujeres entre baile, canto, abrazos y lágrimas que despiden a
La Hamaca y al Carnaval hasta el siguiente año.